El Clásico de la extraña pareja

Valencia CF - RCD Español

Siempre que pregunto a alguien si sabe decirme cuáles son los siete únicos clubs de la Liga que han jugado en Primera División en cada una de las últimas diez temporadas, recibo dos reacciones: la primera, estupefacción por la ínfima cantidad de irreductibles presentes en la competición doméstica en la era contemporánea; la segunda, extrañeza por la identidad del séptimo club que nadie alcanza a acertar de carrerilla y que, cuando lo hacen, nunca es con total seguridad.

Así pues, tras los archiconocidos casos del binomio innombrable y la proeza del Athletic (ya es casualidad que ninguno de los tres sea SAD), presentes en todas las ediciones del campeonato nacional desde su inauguración hace justo 90 años, vienen a la cabeza Atlético de Madrid y Sevilla, cuyas últimas décadas han equivalido a sus épocas doradas. Habida cuenta de esto, ¿quiénes son, pues, los que faltan por completar el puzzle? Dos auténticas aldeas galas que resisten a los no tan lejanos finales de tiempos indudablemente mejores, a directivas infumables, a ventas de estrellas o de su mismísimo patrimonio a los encantos del lejano Oriente, a intentos consumados y por consumarse de desalojo del propio domicilio y a peligrosos bailes con la más fea de la discoteca, a.k.a. el descenso, y que, aun así, siguen manteniendo un número de temporadas en Primera mayor que los tan de moda colchoneros e hispalenses: el Valencia Club de Fútbol y el RCD Español de Barcelona.

Este domingo, con motivo de la 24ª jornada de Liga, se batirán en duelo murciélagos y periquitos en el que es uno de los grandes clásicos de nuestro fútbol: un encuentro celebrado en más ocasiones que el Atlético-Sevilla o el Sevilla-Betis y que guarda, tras de sí, innumerables puntos en común entre ambas escuadras. Con el centenario valencianista y el 90º aniversario de la Liga, donde es protagonista el Español por inaugurar el contador oficial de goles del torneo con aquel de 'Pitus' Prat al Real Unión, como contexto, repasaremos todo lo que ha unido a valencianos y barceloneses a lo largo de la historia. Empiezo.

Los felices años 20 y su belle époque trajeron los primeros nexos entre ambos clubs. Cirilo Amorós, un ala izquierdo elegante y laborioso, nieto del famoso gobernador con calle a su nombre en Valencia, regresó a España en 1924 como periquito procedente del Viktoria de Hamburgo. Tras un breve paso como blanquiazul, se convirtió en el primer jugador en vestir ambas camisetas, prodigando su presencia en Mestalla hasta diez temporadas. Le sigue Moliné, un poderoso defensor castellonense que jugó cedido en el Valencia por el club perico, llegando a formar parte de la primera plantilla liguera españolista. Si bien esta década es más conocida por acabar con el crack del 29, en nuestro caso finaliza en el mismo año con la "Final del Agua", donde el Español de 'el Divino' Zamora consiguió el primer título de su historia, la Copa del Rey, en un lluvioso Mestalla frente al Real Madrid. No es menos destacable que el apelativo de esta final coincida, casualmente, con la que perdió el club che a mediados de los 90 frente al Deportivo de la Coruña.

Jack Greenwell | wikicule
Jack Greenwell | wikicule

Los convulsos años 30 siguen la senda de las coincidencias entre uno y otro equipo. El catalán Juanito Costa, poseedor de una de las zurdas más prodigiosas de la historia blanquinegra, presente en el ascenso a Primera del 31 y autor del histórico gol de la permanencia dos temporadas después frente al Alavés, marchó al Español por morriña de su tierra en 1935 tras siete temporadas en Mestalla, donde había llegado en edad juvenil. El estallido de la Guerra le pilló de lleno y regresó al Valencia una vez finalizada la contienda, donde ya nunca volvió a ser el que fue. Otro nombre destacado es el de Jack Greenwell, técnico españolista en la primera temporada de Liga y campeón de Copa, que fue el primero de una no corta lista de nombres en sentarse en ambos banquillos. Probó su ya demostrada destreza en el torneo del KO llevando a la escuadra valencianista a su primera final en 1934, también frente al Madrid aunque esta vez con distinta suerte, en la que más de medio siglo después sería casa perica: el Estadio de Montjuïc.

Los años 40 traen nuevas coincidencias entre ches y periquitos, y esta vez también de manera directa. Martínez Catalá, delantero natural de Manises, había firmado por el Valencia poco antes de la Guerra Civil, cuyo estallido dejó el fichaje sin efecto. Cuando terminó, firmó por el Español, donde se convirtió en el primer gran goleador perico de la década y levantó la segunda Copa del Rey de la entidad, de nuevo contra el Madrid, en su primera temporada. Lo que no esperaba el bueno de Vicente es que, al año siguiente, el Valencia ganaría la primera Copa de su historia enfrentándose a él y a su Español, en un partido que daría comienzo a la primera época dorada del club valenciano. Tras este encuentro, tres Ligas y cuatro finales de Copa para el Valencia después, de las que perdió tres en el maldito Montjuïc, murciélagos y periquitos aterrizarían en la década de los 50.

Alejandro Scopelli | yoentrenealcelta
Alejandro Scopelli | yoentrenealcelta

Esta época es curiosa porque, más que coincidencias, un club, el Español, disfruta de buenos años con unos artífices que en la década siguiente harán lo propio en el otro, el Valencia. El primero es Alejandro Scopelli, que llegó al banquillo perico en 1952 y formó el famoso "Español del oxígeno", un grupo de jugadores recordado por un pletórico físico al que ayudó la inhalación de O2 en los entrenamientos y descansos de los partidos, un novedoso método importado por el argentino. Con el bonaerense fuera antes de finalizar su tercera temporada, el siguiente protagonista en seguir la línea del 'Conejo' sería José Sastre, oficioso centrocampista natural de Onda, que debutó con el Español de la mano de Zamora y jugó la final de Copa del 57 contra el Barcelona con veinte años de edad. En esta década, por cierto, fueron una constante las finales contra el club culé, y es que el Valencia, además, lo hizo dos veces: con derrota en el 52 y con más éxito dos años después. Casualidades de la vida, durante los años del "Español del oxígeno" de Scopelli.

Los 60 son, pues, el cierre de círculo del capítulo de argentino y castellonense. Decio Recaman, físico centrocampista brasileño que había cuajado buenas actuaciones en el club perico, y el portero Ricardo Zamora de Grassa (hijo del mítico Zamora, a la sazón entrenador del Español) aterrizarían en Mestalla en el verano de 1961 de la mano de Scopelli, procedente este de Chile; piedra de toque de los primeros títulos europeos del Valencia. El club che se alzó, con el argentino al mando, con las Copas de Ferias de los años 62 y 63. Casualidades del destino, la primera edición en que sale victorioso coincide con el debut españolista en la competición, que no teniendo suficiente con no hacer un buen papel, consumó su primer descenso a Segunda División. Tras aquel verano del 62, el Valencia recluta a Sastre a cambio de José Paredes, un cumplidor delantero centro. El cambio resulta fetén: Sastre llega justo para disputar la primera de las finales contra el Barça en septiembre y Paredes aportó goles y trabajo en el rápido retorno perico a Primera. El final de la década está marcado, en clave blanquiazul, por los 'Cinco Delfines', el símil españolista de la 'Delantera Eléctrica' che de los años 40. Amás, , Rodilla, Marcial y José María, acompañados por Miralles, el sexto en discordia, canterano valencianista, hicieron las delicias del público de Sarriá hasta el inesperado descenso del 69, motivado en gran parte por la implicación de Vilá Reyes, presidente que formó aquel equipo, en el caso Matesa. El Valencia, por su parte, siguió engrosando su palmarés con la Copa ganada al Madrid en su casa dos años antes.

La Liga del Palmito (1971) | superdeporte
La Liga del Palmito (1971) | superdeporte

Y si en los 60 parecían bastantes las coincidencias, los años 70 suben todavía más el listón. Nos situamos en la última jornada de la temporada 70-71. El Valencia tenía que ganar en Sarriá para proclamarse campeón de Liga; si no lo hacía, se alzaría con el título el ganador del Atlético-Barcelona que tenía lugar en el Manzanares. El equipo entonces dirigido por Alfredo di Stéfano (que había colgado las botas como periquito cuatro años antes), que empezó la década palmando tres finales de Copa seguidas, arribó timorato al choque frente a un estimulado Español que sobre el papel no se jugaba nada, lo que propició que los locales se llevaran el match gracias a un solitario testarazo de Lamata. Todo en contra para un Valencia que, sin embargo, celebró igualmente su primera Liga en 24 años, "la del palmito", tras escuchar por el transistor que Atlético y Barça habían sellado tablas. Así las cosas, el Valencia iba a jugar su primera Copa de Europa y para ello había de reforzarse. El club siguió la estrategia trazada nueve años antes con el cambio Sastre (centrocampista)-Paredes (delantero) con el Español y trajo de Sarriá a Lico, un centrocampista con una estética muy finales de los 60, más prodigado en lo táctico que en lo técnico, a cambio del rápido Poli, extremo izquierdo que ya había cumplido su ciclo en Mestalla, en un trueque que satisfizo a todas las partes. Aun así, lo mejor de la década estaba por llegar. El presidente valencianista Ramos Costa, loco por construir un gran equipo, firmó a Kempes y Diarte en el 76 y encomendó al 'Sargento de hierro' Heriberto Herrera la labor de dirigirlo. El experimento no salió bien, el paraguayo duró poco y a mediados de la siguiente temporada recaló en el Español con el objetivo de salvar a un equipo que se había caracterizado por ofrecer un gran juego acompañado de resultados en los años anteriores. El Valencia, por su parte, contaba ya con Marcel Domingo de entrenador, exguardameta perico que había iniciado su etapa en los banquillos hacía veinte años, precisamente en Sarriá. Aquel verano de 1978 se produce el golpe de efecto definitivo: la gran estrella de aquellos buenos años 70 del Español ficharía por el Valencia. Las deudas arreciaban en casa blanquiazul, Ramos Costa seguía en su idea de formar un equipo campeón y el elegido para resolver esta ecuación fue Dani Solsona, santo y seña periquito, un jugador elegante, preciso, imaginativo y con un golpeo de balón fabuloso. Para el Español siempre pudo ser peor, y es que la presión de la hinchada apuró al presidente Meler a no venderlo al eterno rival, el FC Barcelona. Así, el cambio de década se viviría con un Valencia inmerso en una época de triunfos y un Español instalado en una crisis social y deportiva.

Solsona con el Español | halloffameperico
Solsona con el Español | halloffameperico
Solsona en el Valencia | @olympia_vintage
Solsona en el Valencia | @olympia_vintage

Los años 80 tuvieron la misma movida en ambos clubs que en la sociedad española en general, y tanto ches como pericos siguieron una estela parecida. Sempere, portero con más temporadas en la historia blanquinegra, se fue cedido en sus inicios al Español por tres meses, los últimos de la 79-80, cuando el Valencia ganó la Recopa de Europa (torneo al que se accedía por ser campeón de la Copa doméstica, obtenida derrotando al Real Madrid el año anterior con un Kempes, el mejor jugador del mundo, estelar) al Arsenal en Heysel. Cerrado el episodio de las conquistas, la 81-82 fue una temporada de cambios. Se puso de moda el mercado danés, cuasi monopolizado en nuestros días por el Celta de Vigo. Laudrup marchó a la Juventus y Lauridsen y Arnesen a nuestros dos protagonistas, si bien el primero fue el que quedó para la historia de su club, el Español. Además, aquel verano se consumó el pase de Orlando Giménez de Valencia a Barcelona, un delantero paraguayo (se prodigaron mucho en nuestro fútbol por la condición de oriundos de algunos de ellos) que cumplió con notable alto en la primera mitad de los 80 vestido de blanquiazul. Otro episodio infaltable de esta década corresponde al Mundial de 1982 celebrado en España. Aquí, el destino quiso añadir otro nexo a nuestra historia: Sarriá y Mestalla fueron, Santiago Bernabéu y su final a un lado, los estadios que mejor parte del pastel se llevaron, albergando el valenciano los tres partidos de la desastrosa anfitriona y el catalán los más atractivos: el triangular de segunda fase entre la Argentina de Kempes y Maradona, la mítica Brasil de Zico y Sócrates y la selección a la postre campeona, Italia. Unos partidos prestos para ser disputados en el Camp Nou, pues nadie contaba con los malos resultados de Italia y Argentina en primera ronda. Volviendo a los clubs, un destacado jugador más vistió ambas camisetas: 'Suso' García Pitarch, hasta hace poco director deportivo che y a la sazón extremo escurridizo y goleador, fue esquirol en la huelga de 1983, años más tarde sabido que por tener ficha amateur. Al no verse igualado con el resto de la plantilla se fue al Español dos años después, donde una hepatitis no le permitió alargar su estancia y buen juego. En el plano deportivo, el club blanquiazul, con la salida de Meler y el paso de Azkargorta (director deportivo del Valencia durante dos semanas en el divertido verano de 2008) por el banquillo, asentó el modelo "Yo, cantera" para reflotar deportivamente a la entidad, cuyo techo en la década lo tocarían de la mano de Clemente con un tercer puesto (1986) y una final de la UEFA perdida en penaltis (1987), para acabar descendiendo en 1988, al igual que había hecho el club che dos años atrás.

Los 90, por su parte, constituyen una época en que las coincidencias no llegan prácticamente hasta el final, siendo un tiempo de transición y propulsión para ambos conjuntos. Nos podemos entretener observando que Luis Aragonés entrenó con buena nota a ambas escuadras o que Diego Ribera, debutante más joven en la historia del Valencia, acabó jugando solo siete partidos con dos clubes en Primera División, pues no tuvo una carrera tan brillante como se le vislumbraba. ¿Adivinan cuál fue el otro, no? No se equivocan. Siguiendo con el relato de la década, el Español, que había descendido de nuevo en 1993, ascendió por cuarta vez a la primera de la mano de Camacho, quien sentó las bases de lo que sería la estancia definitiva del club en Primera División y la entrada próxima de una de las épocas doradas de los blanquiazules. Por parte che, tras la derrota en su particular "Final del Agua" de 1995, llegó el primer título en 19 años: la Copa del Rey de 1999 frente al Atlético de Madrid, momento que da inicio oficial a la época dorada del club valencianista.

Si los 90 fueron marzo ventoso y abril lluvioso, la década de los 2000 fue el más florido y hermoso de los mayos para los protagonistas de este relato. Si el Valencia había cerrado la década anterior rompiendo la mayor sequía de títulos en su historia, ¿quién haría lo propio con la apertura del nuevo siglo? No fallan: el Español.

-¿Qué no lo haría en una final de Copa?

-Por supuesto.

-¿También contra el Atlético de Madrid?

-Cómo no.

-Y... espere, ¿no sería en Mestalla, como en el 29, no?

-Ni más, ni menos.

Rufete en la mítica remontada en Montjuïc | ciberche
Rufete en la mítica remontada en Montjuïc | ciberche

Y así se escribe la historia. Dos años más tarde, shocks de París y Milán después, el Valencia iba de empate en empate en Liga hasta llegar en diciembre de 2001 a Montjuïc (el maldito de los años 30 y 40, ¿se acuerdan?) para enfrentarse al Español. Cuentan las malas lenguas que en el descanso, con 2-0 a favor de los locales, Rafa Benítez estaba sentenciado como técnico che. Brujería de aquella montaña maldita antaño, una remontada express con Rufete (años más tarde el colaborador oficial del "Tamudazo" y actual director deportivo perico) a la cabeza propulsó al equipo que se convertiría en campeón virtual cuando, justo una vuelta más tarde, volvió a remontar, con un hombre menos, al Español con doblete de Baraja en la segunda parte. También quedará para los anales la derrota en la nieve de Montjuïc del Valencia en la 2003-04, donde el club che se quedó a 8 puntos del líder, lo que constituye la mayor cantidad de puntos remontada en la historia de la competición para ser campeón. El resto de la década nos deja coletazos como la cuarta Copa del Español en 2006 o su final de la UEFA perdida un año más tarde, con Valverde (años después técnico blanquinegro) en el banquillo, a manos de un valencianista como Palop parando penaltis (como en el 87) en el bando contrario. También, la testimonial presencia de Mora o Helguera en el Valencia campeón de Copa en 2008, jugadores ya de vuelta que habían tenido días mejores una década antes como periquitos. Por último, se me ocurre una mención especial al tema de los estadios. El Español, tras ser inquilino de aquella montaña que cambió la suerte del Valencia, se mudó por fin a Cornellà-El Prat. Mientras, el otro protagonista, sumido en sueños inabarcables y en esa extraña manía de venirse quinientas veces más arriba de la cuenta, proyectó un cambio de estadio al que, decían, sería el mejor del mundo. Una mudanza que se ha quedado a medio hacer, con reducciones de presupuesto que se cuentan por años y, sobre todo, que da bastante vergüenza en general.

Dídac Vilà, el retrato de una época | ara.cat
Dídac Vilà, el retrato de una época | ara.cat

Cien años de puntos en común que llegan a nuestros días, a estos años 10 del siglo XXI, donde ambos clubs han confluido en una etapa de pérdida de identidad social, institucional y deportiva alarmante. La crisis económica ha golpeado fuerte a dos entidades que se han visto obligadas a desprenderse de sus máximas figuras, alejándose de cualquier posibilidad de optar a títulos y grandes conquistas. Como muestra, la facilidad con la que se han dejado seducir por los encantos del lejano Oriente, no pudiendo desoír los cantos de sirena de multimillonarios de ojos rasgados que por arte de magia harían revivir todos aquellos recuerdos, mantener a sus figuras, llenar sus estadios e identificar a la gente con su causa. Nada más lejos de la realidad, el sabor que ha dejado este tiempo de transición hacia no se sabe dónde puede reflejarse perfectamente en los jugadores que han sudado ambas camisetas últimamente: Víctor Ruiz, Piatti y Javi Fuego... que sí, pero meh; como el paso del valencianista Quique por el banquillo barcelonés. Aunque la foto que quizá más justicia haga a todo esto sea la de Dídac Vilà, actual lateral izquierdo perico, con la bufanda del Valencia a punto de firmar en 2012, previa a una revisión médica que, como ya habrá usted adivinado, no superó.

Me gustaría saber qué deparará el futuro a esta extraña pareja, pero le diré una cosa: si encuentra a alguien con quien comparta tantos puntos en común como Valencia y Español, déjese llevar. Así que, por una vez, romperé con el "consejos vendo que para mí no tengo" y seguiré esta praxis. Pocos partidos entrañan tanto. Por lo menos, espero que ya sepa usted de carrerilla los siete equipos de la Liga que han estado en Primera en los últimos diez años...


Kike Cervera / @kikecervera_

Bibliografía: ciberche | bdfutbol | wikipedia | Head up (Jesús Beltrán, 2015)

Kike Cervera | quicerto@gmail.com | Valencia
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