Álvaro Mejía

La última aventura del último 'pavón'

La aparición de Álvaro Mejía en el fútbol profesional no fue de las más idílicas con las que pueda soñar un canterano. Y, menos todavía, si eres canterano del Real Madrid. El madrileño debutó recién cumplidos los 22 años a mediados de la temporada 2003-04, en la inefable era de Carlos Queiroz. Aquella temporada, Jaime Ortí, presidente del Valencia, acuñó el término de "los Galácticos" a la plantilla merengue en el contexto de un fundamental Real Madrid-Valencia por el título de Liga. Los de Concha Espina iban directos a por el triplete, pero un bajón físico sin precedentes en el tramo clave de la temporada les hizo caer en la final de Copa frente al Zaragoza, en Champions frente al Mónaco de Fernando Morientes, cedido por el propio club blanco, y en Liga derrocharon la ventaja de 8 puntos que tenían sobre el Valencia, la mayor jamás remontada para alzarse con el título.

Mejía, defensa central que podía actuar como lateral derecho o mediocentro, formaba parte de aquel proyecto de los 'Zidanes y Pavones' acuñado por Florentino Pérez, que consistía en mezclar fichajes de talla mundial con dar oportunidades a jóvenes de la cantera. Encabezados por quien dio nombre al concepto, Paco Pavón, aquella camada quedó conformada por el propio Mejía y otros nombres como el de Raúl Bravo, Rubén González, Óscar Miñambres, Javier Paredes o Arbeloa; teniendo en común los siete que actuaban de defensas, en clara alusión a las preferencias blancas a la hora de invertir.

Tras tres temporadas y media como suplente cumplidor en el club blanco, donde jugó 57 partidos y anotó un tanto, Mejía marchó al Real Murcia en la temporada 2007-08, en la que fue la última de los pimentoneros en Primera División. En un cúmulo de catastróficas desdichas, en su tercera temporada en el cuadro de la Condomina, volvió a descender de categoría, esta vez a la Segunda División B. Aquello supuso que, tras pasar de ganar la Liga a verse en la tercera categoría de nuestro fútbol en tan solo tres años, el bueno de Mejía decidiese emigrar por primera vez para jugar en el Arles-Avignon francés, donde coincidiría con -girito de guion- Paco Pavón, que salió de la Casa Blanca el mismo año que él para jugar, por su parte, en el Real Zaragoza. Esa temporada, el club francés bajó a la Ligue 2, pero Mejía había marchado en el mercado invernal al Konyaspor para vivir su propia pasión turca. Sin poder regatear a la desgracia, el Konyaspor también descendió de categoría aquella temporada. Álvaro decidió quedarse para intentar devolver al equipo a la Superliga la temporada siguiente, pero no resultó, y decidió volver a España.

En su vuelta a casa, lució los colores del Almería en Segunda y, sin ser titular indiscutible, el fútbol por fin le devolvió la que le llevaba guardando: un ansiado ascenso a Primera División. Si bien, con la proximidad de la nueva temporada, no encontró hueco en el club rojiblanco y emprendió otra vez el viaje al extranjero, esta vez de manera definitiva. Tras una temporada rindiendo a buen nivel en el Ergotelis de la Superliga griega, marchó al Al-Shahania catarí en el verano de 2014, club en el que compite desde entonces y en el que más temporadas como profesional ha disputado. Con los azules, Mejía ha vivido dos descensos y dos ascensos, siendo ahora mismo capitán de un club que está en la máxima categoría del país que acogerá el próximo Mundial. Allí coincidió con Miguel Ángel Lotina en la temporada 2015-16; siendo dirigido desde hace dos años por Pepe Murcia, extécnico de Atlético de Madrid, Castellón, Celta, Albacete y Salamanca. Su compañero de fatigas más destacado es el mítico Nigel de Jong, ese durísimo pivote de la Holanda subcampeona del mundo a quien el pecho de Xabi Alonso recordará mejor que nadie.

A punto de llegar a los 38 años, Mejía está inmerso en evitar un -nuevo- descenso de su club, actualmente último en la Liga catarí. Lo único seguro es que por experiencia no quedará.

Kike Cervera | @kikecervera_

Fotos: Qatar Stars League, Qatar Tribune, pinterest